Te confieso algo, desde hace varios días he tenido la necesidad y muchas ganas de escribir este artículo, sin embargo, aunque ya he escrito algunos textos cuyos temas no se me dificultan tanto, éste es diferente porque aquí te compartiré una pequeña parte de mi historia personal. Hace poco pasé por un momento de mi vida donde experimenté muchas emociones alrededor de una lesión (masa o tumor) que salió en mi mama derecha.
Este mes de octubre, se celebra el día internacional de la lucha contra el cáncer de mama y decidí arriesgarme a contar mi experiencia al respecto, con el objeto de que a alguna persona le pueda servir, ya sea porque esté pasando por algo parecido o conozca a alguien que lo esté viviendo. Soy consciente de que existen miles de artículos sobre el cáncer de mama y por eso decidí hacer algo diferente, primero porque lo mío no fue cáncer como tal y segundo porque lo que quiero compartirte aquí son mis “emociones” al respecto, lo que viví y lo que me ayudó.
Hace más de 12 años a mi mamá le hicieron una mastectomía radical bilateral (le sacaron ambas mamas) debido a cáncer de mama en una y en la otra por prevención. Además, a mi abuela materna a sus 40 años le dio cáncer de mama y requirió radioterapia y cirugía (cuadrantectomía). Esto quiere decir que yo tengo un “factor de riesgo” de tener cáncer de mama por mis antecedentes familiares. Como he sido muy consciente de eso, voy a mis revisiones anuales con la ginecóloga y como, además, hace tiempo me detectaron un nódulo en la mamá derecha, cada 6 meses o cada año me hacía una ecografía mamaria para control. Todo estaba en orden, mi nódulo y yo “convivimos muy bien”. La verdad, todo esto lo hice por cuidarme y como era un simple control, estaba acostumbrada a que los resultados siempre fueran buenos. A todo esto, le sumaba mi autoexamen de mama cada mes después de que terminaba mi periodo menstrual (obvio, a veces se me olvidaba); debo confesar que al principio no sabía qué estaba tocando y todo para mí era como sentir piedras y pensaba “¿cómo me voy a dar cuenta de algo si todo me parece nódulo?“. Esto se lo expresé a mi ginecóloga, a quien admiro y le tengo mucha confianza y me explicó que la idea de este autoexamen es irme conociendo mejor y notar si algo aparece o cambia en mi cuerpo.
NOTA: ten en cuenta que el autoexamen no anula la necesidad de exámenes de control; es algo complementario que a veces sirve para diagnóstico temprano y a veces no.
El año pasado (2015), a mediados de noviembre, haciéndome el autoexamen en la ducha, me toqué una bolita muy pequeña en la misma mama donde estaba el nódulo, pero esto parecía una cosa diferente. Estaba en México y al poco tiempo viajaba para Navidad a Colombia, donde conozco mejor cómo funciona la medicina y tengo a mi ginecóloga, esperé el viaje y pedí las respectivas citas. La ecografía mamaria efectivamente mostró que sí era una nueva lesión o nódulo y las indicaciones médicas fueron hacer control a los 6 meses. En mayo de este año viajé de nuevo a visitar a mi familia y aunque no habían pasado los 6 meses, aproveché para realizarme la ecografía de control. Este examen mostró que la lesión que tenía era de bordes irregulares, lo cual es indicación para hacer una biopsia, a lo cual procedí de inmediato. La patología (biopsia) mostró un tipo de tumor llamado Papiloma Intraductual, los cuales suelen ser benignos (buenos). Sin embargo, un porcentaje llega a ser maligno (malo) y sumando a esto mi antecedente personal, la indicación era sacarlo. Todo fue muy rápido y no podía procesarlo; sólo actuaba sin pensar o reflexionar bien en lo que estaba pasando. Me comuniqué inmediatamente con la ginecóloga, la cual me ayudó a conseguir una cita con un ginecólogo oncólogo especialista en estos temas. La cita con él me tranquilizó porque me explicó lo que tenía y me aclaró las dudas. Quedamos en que en máximo 3 meses regresaría para operarme. Esto me alivió un poco (sólo un poco) porque al vivir y estudiar en otro país todo se vuelve un poco más complejo; sólo pensaba “¿cómo voy a hacer?” “¿qué va a pasar?” “¿y si es algo malo?” Por esos días todos mis planes futuros estaban en el limbo. Teniendo en cuenta que soy una persona a la que le gusta tener todo bajo control, la vida me dio una lección, porque, aunque podía cuadrar y controlar ciertas cosas, no tenía control sobre el resultado final.
Ya estando en México empecé a organizar mis cosas y por unos días sólo pensaba. Me tomó un tiempo aceptar y conectar con lo que estaba sintiendo. Tenía muchísimo miedo a varias cosas, por ejemplo: a que fuera algo maligno y tuviera que cambiar o congelar mis planes, a la cirugía y a que mi mamá reviviera todo su proceso y esto le hiciera daño, a tener que regresarme a mi país sin haber terminado lo que había salido a hacer y a tener otra cicatriz más en mi cuerpo.
Durante ese tiempo, pero sobre todo al principio, me puse a leer artículos científicos sobre el tipo de tumor que tenía, las posibilidades de que fuera cáncer y todas esas cosas. Al contrario de lo que yo pensé, eso no me ayudo sino a aumentar mi ansiedad y miedo y me confundió más. No quiere decir que no sea importante saber lo que uno tiene, pero en mi caso, el hecho de tener conocimientos médicos básicos al respecto e investigar aún más, solamente me generaba más preguntas que no me llevaban a ningún lado. Ni hablar de las “películas” que me monté: imaginaba tener que regresar para Colombia y parar mis estudios o considerar el tener que hacerme una mastectomía.
Al ir pasando los días, pude ir preparándome para la fecha de mi operación y cuadrando mis horarios. Tuve momentos donde me permití sólo sentir, poniéndole “pausa” a mis pensamientos (lo cual no es nada fácil) y simplemente toqué fondo y me “quebré” estando sola en mi casa mientras tomaba una ducha caliente. Me desahogaba y sentía, simplemente mis sentimientos iban atravesando y aunque éstos no desaparecían, para mí era más fácil sobrellevarlos porque ya los aceptaba y reconocía.
Muchas personas me dijeron “no es nada”, “vas a estar bien, eres muy joven”, “no pasa nada” y hasta yo misma logré hacer “como si nada pasara “, algo que tampoco me ayudó mucho que digamos en este proceso. Además, aquí quiero aclararte que no por ser jóvenes (29 años), estamos exentas de que nos de cáncer de mama. Por otro lado, el ser médica no te salva de las montañas rusas de las emociones que van y vienen.
El 29 de Julio (2016), llegó el día de la cirugía; todo salió bien y sin contratiempos, pero la verdad es que estaba muerta del susto, tanto que ni los medicamentos que me administraron me lograban dormir y yo seguía hablando como una lora con mi mejor amiga que me estaba acompañando. El procedimiento fue ambulatorio y en el posquirúrgico cuidada y consentida por mis papás, mi familia y mis amigas y amigos más cercanos, me fui recuperando muy bien; el dolor fue manejable y controlable, tanto que los primeros días no me dolió. Los resultados finales se demoraron casi tres semanas, ya que al tumor se le deben hacer muchas pruebas que toman tiempo, tiempo en el cual yo seguía pensando todas las posibilidades de resultados y “caminos” a los que me podría llevar, además de seguir sintiendo miedo, impotencia, ansiedad, consternación, pánico, angustia, dolor, tristeza, entre muchas otras cosas. El resultado llegó al fin y en la revisión con mi médico, éste me comentó que era un tumor benigno que podría haber sido una lesión maligna por sus características, por lo que operarlo había sido el tratamiento indicado y celebraba conmigo que no fuera cáncer (casi, pero no lo fue). No llegó a ser cáncer precisamente porque me lo detecté a tiempo y todo lo que se tenía que hacer se hizo. De lo contrario, otra historia muy diferente te estaría contando.
Hoy, dos meses y medio después de la cirugía, puedo decir que estoy mucho más recuperada. La cicatriz que me quedó me parece “linda”; poco a poco he ido aceptándola y resignificándola como la evidencia de una batalla ganada de esta guerra, que, aunque por ahora está en calma, no se acaba. Soy positiva al respecto y al mismo tiempo soy consciente que los controles seguirán cada 6 meses y que cada año veré a mi ginecólogo oncólogo. Sé que siempre estará latente la posibilidad de que una nueva lesión salga, ya que el haber tenido un tumor se convierte en un factor de riesgo para cáncer de mama.
Para terminar, quiero compartirte lo que a mí me sirvió en estos 3 o 4 meses de estar en el limbo con respecto a mi salud, ya que antes te conté lo que no me sirvió:
- El permitirme “estar mal”, es decir, sentir y reconocer que tenía susto, miedo y mil cosas más.
- El contar con el apoyo de mi familia principalmente de mi mamá y mi papá.
- El tener una comunicación directa clara y sobre todo con mucha confianza con mi ginecóloga y mi ginecólogo oncólogo.
- El apoyo de mis dos mejores amigas y mis demás amigos y amigas, que como te podrás imaginar la mayoría son médicos.
- El desahogarme con personas que me escucharan y apoyaran.
- El pedir ayuda o apoyo con la institución donde estudio.
- Me ayudó mucho el tener unas cuantas citas antes y después de la operación con una médica integrativa, ya que esto me preparó más para la cirugía, me tranquilizó y en serio me preparé.
- Dar “un paso a la vez “, no adelantarme a los hechos y esforzarme por bajar el ritmo de mi vida.
- Permitir que me consintieran y cuidaran.
- Centrarme en mí y pensar en lo que yo necesitaba primero.
- El usar tops deportivos ajustados (hasta la fecha los uso) que odio, pero que han aliviado mis síntomas.
Todo lo anterior son algunas de las cosas que me ayudaron y lo siguen haciendo en ese momento de mi historia de vida. No significa que para ti o para alguien que esté pasando por algo similar sean de ayuda porque todas somos distintas, pero mi objetivo no era darte una receta o indicaciones de qué hacer o no hacer. Fuera de compartirte el cómo fue todo esto para mí, lo que me motivó a escribir al respecto es que me di cuenta por personas y amigas a mi alrededor, que muchas mujeres en general (y principalmente de mi edad) tienen miedo a hacerse los exámenes de control. La verdad es que el estar jóvenes no nos exime de este examen, así que quiero animarte a ti (y si eres hombre, a que animes a las mujeres cercanas a ti) a que, a pesar del miedo, susto, ansiedad, pereza o lo que sea, te revises con tu médico y te hagas el autoexamen, el cual yo lo comparo con “el ponernos el cinturón de seguridad cuando vamos en un automóvil”, porque aunque no nos libra de tener un accidente, reduce las posibilidades de lesiones o daños más graves. El autoexamen y las citas médicas no te van a quitar la posibilidad de tener cáncer de mama o cualquier lesión benigna o premaligna como en mi caso, pero sí te disminuirán mucho la posibilidad de tener algo más grave o intratable.